domingo, 18 de noviembre de 2012

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 18.11.12
Padre de Diana y Lucía Sánchez Álvaro

Antiguo alumno de las Escuelas de los 4 maestros.

Era mi primer año en una “escuela de verdad”. Fue solamente un curso, allá por el año 1975, el que estuve en este Colegio, (después me llevaron al final de la Gran Vía, al Artero). Aunque ya traía experiencia, puesto que me había tirado dos años en la “escuela de los cagones” del Callejón del Lobo con mi primera maestra: La Señora Dolores


“Ten cuidado con el Camino Real, echa mejor por la calle de los hornos y sobre todo no se te ocurra echar por la acequia, que es peligroso”. Esto me decía mi madre cuando me dejaba de la mano en la Avenida de Cehegín por las mañanas para ir a la escuela.

Recuerdo especialmente de aquel año un arreglo del pavimento del Camino Real, una zanja enorme en la puerta del Benito y sobre todo las vueltas a casa. Al salir, a veces, volvía con unos vecinos que tenían hermanos mayores y entonces era una aventura: por el camino de la acequia. Con sus puentes de piedra que daban a los patios de los señoritos, los huertos con sus higueras y laureles, las tapias para trepar o saltar, tirando piedras al abrevadero y al final el lavaor. Vamos, todo un parque de atracciones para un niño de 4 años, desobedeciendo a su madre, saltando la acequia sin saber nadar y jugando al escondite en los campos.

Los viernes eran muy especiales (como ahora): por la noche el "Un, Dos, Tres", a otro día no tenía que madrugar y después de la leche con galletas, fútbol y juegos con mis amigos en el Pozo de la Nieve y la Puerta Ginesa (para mí la mina). Pero en la escuela, alguno, sólo alguno de aquellos viernes, eran realmente mágicos. Tras el recreo de la tarde y puestos en las filas para entrar la señorita Carmen o Dolores decían: “niños, esta tarde toca cine”. La alegría recorría la fila saltando de niño en niño, sí esta tarde tocaba cine.

Entrábamos todos a la clase de la señorita Carmen, nos sentábamos en el suelo, bien calladitos y entonces comenzaba la película: “TACHÁN” Un viejo proyector de diapositivas iluminaba la pared con un dibujo, mientras la otra maestra leía un cuento. Así hasta cinco o seis imágenes diferentes y cuatro hojas leídas de un libro. 

Nosotros veíamos moverse a los personajes, seguíamos la historia sin perder detalle. Se hacía de noche y amanecía, los caballos corrían por los prados y los pájaros volaban. Era todo real, nos absorbía en un mundo de fantasía que duraba hasta mas allá de las 5 de la tarde cuando salíamos a la calle.

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