sábado, 27 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 27.4.13

Aquí tenemos las fotos que D. Antonio Marsilla, uno de los primeros maestros de este centro y gran aficionado a la fotografía, realizó esa tarde. Muchas gracias, Antonio.

Todos los que tengáis más fotos podéis pasar por el colegio con un pen-drive o cd-rom. También podéis probar a enviarlas por correo electrónico a 


colegiorodenas50aniversario@gmail.com


Encuentro antiguos alumnos y maestros - Cámara 2

jueves, 25 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 25.4.13
¡Felicidades! a todos los que celebramos el 50 aniversario de nuestro Colegio “García Ródenas”.

Hace unos días, me encontré con unas alumnas que tuve los primeros años de mi estancia en este centro; por las cuentas que hago han pasado ya unos añitos pero la verdad es que los llevan muy bien. Y como siempre me dio mucha alegría el poder saludarlas y charlar un ratico con ellas. Es lo que nos pasa a los maestros cuando nos encontramos con antiguos alumnos que hace tiempo no hemos visto. 

Hablamos de distintas cosas, pero enseguida, ¿cómo no? salió el tema del aniversario del colegio. Me llamó la atención lo bien informadas que estaban de las actividades y de todo lo que rodea a esa celebración. Me dijeron que cómo no había escrito nada en el blog y que podría contar algunas cosillas después de estar tantos años en el colegio. Les hacía ilusión que escribiera algo. No les dije que sí, sólo que lo pensaría… Era cierto que después de 31 años algo habría para contar…

Y sin pensarlo demasiado, aquí van estas líneas.

Como muchos sabéis, no soy bullero ni murciano aunque algunos me vean toda su vida por esta tierra. Soy de Asturias y llevo aquí desde el 1 de septiembre de 1980 y hasta el 31 de agosto de 2011 que me jubilé, ejercí mi profesión de maestro en este pueblo, ¡31 años en Bullas! ¡casi nada! 

Bullas no fue mi primer trabajo en esto de la enseñanza, ya había hecho mis pinitos en otras provincias como Gerona, Las Palmas de Gran Canaria, Asturias, lo que me sirvió como experiencia para empezar esta nueva etapa y adaptarme al funcionamiento del nuevo centro sin ningún problema y, así empecé a trabajar en la 2ª etapa de E.G.B. 

Tengo gratos recuerdos de estos años trabajando con los mayores. ¡Qué clases tan numerosas! ¡Hasta 44 ó 46 niños/as! A pesar de tener en algunos grupos tantos alumnos se podía trabajar y los resultados no creo que fueran peores que ahora… ¡Ah! Teníamos alumnos de hasta 15/16 años.

Al llegar a Bullas todo era desconocido para nosotros. Pero eso no fue motivo para sentirnos solos, hemos tenido la suerte de dar con unos compañeros y vecinos entrañables que nos acogieron desde el primer momento con todas las atenciones y cariño. Los recuerdo aquí: D. José, Dª Mª Carmen, Dª Susana, D. Rafael, Dª Laura, D. José Pérez, Dª Juana, más tarde D. Cristóbal, la Sra. Josefa, Dª Loli (Colegio Artero), Mª Carmen, Angelita, D. Francisco y Maruja, etc. Siempre les agradeceremos su hospitalidad y cercanía.

Al principio hubo que adaptarse a la nueva vida que estábamos comenzando, era prácticamente todo nuevo: el centro, los compañeros, los vecinos, cualquier acontecimiento: comuniones, bautizos, santos, las comidas, etc., etc.

Y ya que digo “comidas”, recuerdo una anécdota al poco tiempo de llegar, en la celebración del santo de un compañero en el bar de la Sociedad de Cazadores, cuando en medio de los aperitivos y entremeses viene el camarero con un cesto de esparto lleno de habas y las va dejando a lo largo de la mesa. Mati y yo nos miramos extrañados y expectantes a ver que se hacía con aquello. ¡Vaya! Tardó la gente en dar cuenta de las habicas… ¡Anda!, la gente se come eso… pero si en Asturias se echan a los animales, le decía yo a Mati. Ese día las probamos, pero sólo eso; ya con el tiempo nos fuimos acostumbrando y ahora nos encantan…

El colegio García-Ródenas, ha sido “mi colegio especial”, en él pasé muchos años y conocí a muchas personas y en él pude realizar muchos de mis sueños como profesional y ejercer mi vocación.

Aparte de enseñar las distintas asignaturas, siempre tuve especial interés en inculcar a mis alumnos valores como la amistad, el respeto, la educación, el orden y la limpieza en el trabajo, etc. Así es que en más de una ocasión el tiempo de clase lo dedicábamos a hablar de estos temas. Seguro que si hay algún alumno que pasó por mis clases y lea esto, lo recordará.

Siempre consideré que el trabajo de un maestro, llegaba un poco más que enseñar unos conocimientos y que los alumnos salieran académicamente bien preparados; consideraba casi como un deber, enseñarles y a veces corregirles, ciertos comportamientos y aptitudes. A propósito de esto, solía recordarles muchas veces que...”si queremos vivir en sociedad y que nos respeten otras personas debemos de ser respetuosas con ellas” y que “en los detalles más sencillos mostramos lo que somos, y a veces… sin darnos cuenta”.

Cuando empecé a trabajar en el Ródenas, me llamó especial atención lo prematuras que eran algunas de las crías de 12, 13 y 14 años, en esto de los amoríos; las nenas venían acompañadas de sus amores a la escuela, a la hora del recreo tenían sus visitas y a la hora de la salida, allí les esperaban de nuevo sus “romeos”. Eso sí que era amor… 

¡Ah! Y al poco tiempo, según me comentaban, los “niños” pedían permiso para entrar en las casas de sus chicas. Supongo que para la mayoría de la gente, esto era lo normal, pero para mí me resultaba muy extraño porque yo jamás lo había visto ni vivido.

Recuerdo mis primeros años en el colegio, cuando había Gimnasia (E.Física) y hacía buen tiempo, salíamos de marcha al Castellar, al Pequeño Benidorm, al nacimiento de la Fuente del río Mula, etc. La Rafa era el lugar que más utilizábamos para realizar las diferentes actividades y ejercicios de Gimnasia: hacíamos circuitos, saltos de longitud y de altura, carreras de velocidad, juegos de habilidad y destreza, etc. Y sobre todo, como todavía me recuerda algún exalumno, los partidos de baloncesto y de futbito después de las 5, al terminar las clases, era cosa importante para ellos.

La falta de material era total, no teníamos nada más que un plinto, una colchoneta (que era el suplicio para algunas crías, incapaces de dar la voltereta a pesar de poner todo su empeño) y dos o tres balones de goma, uno de fútbol y el resto de baloncesto. Seguro que muchos lo recordaréis, así como nuestra “pista polideportiva” que utilizábamos cuando el mal tiempo nos impedía salir al patio o ir a La Rafa.

Esa pista… no era otra cosa que la sala donde estaba ubicado el antiguo comedor; para los que no conocieron esto, este espacio lo ocupa hoy la secretaría y la sala de profesores. 

Festivales de Navidad, desfiles de carnaval, viajes de estudio, salidas y visitas culturales, fiestas final de curso, celebraciones como el día de La Paz, la semana cultural, natación, escuelas viajeras, comidas en la Rafa con alumnos y padres, etc., etc., han ido sucediendo año tras año y en los que el tiempo y el trabajo dedicado a estas actividades era largo y costoso, pero la ilusión, el esfuerzo y el compromiso podían con todo.

Recuerdo con especial simpatía “La fiesta del Grate” ¡Cuánto tiempo nos llevó preparar las casetas..! Fue una actividad muy bonita en la que disfrutamos tanto alumnos como padres y profesores. y el “Zacatín solidario”, mercadillo que organizaron las compañeras de Infantil para recaudar fondos para Haití. 

Revivo la agradable sensación de aquel tiempo donde el buen clima en el colegio y las buenas relaciones entre los compañeros lo hacía todo más fácil. Creo que así continúa y fruto de ello es todo lo que están trabajando profesorado y padres en la celebración del 50 aniversario del colegio. 

No quiero terminar este relato sin contaros una pequeña anécdota que me pasó en una clase cuando recibí la visita de la Inspectora. Era habitual que los Inspectores entrasen en las clases e hiciesen algunas preguntas a los alumnos, mirasen las libretas, etc. En mi clase la Inspectora preguntó a un niño si conocía alguna poesía y ¡claro que sabía poesías! Pero fue a recitar la más adecuada a la situación…

Entre otros versos decía:


Eres alta y buena moza
pero no presumas tanto
que también las buenas mozas
se quedan para vestir santos.


Creo que mi cara al oír tal poesía cambió de color al instante, la Sra. Inspectora, era efectivamente alta y estaba soltera. Seguro que D. José Gómez lo recuerda porque estaba presente. 

Decir que mis compañeros han sido muy importantes tanto en mi vida profesional como en mi vida personal, es algo que muchos lo saben y es cierto. Por eso, he sido y me siento afortunado de haberles conocido, de trabajar y compartir con ellos experiencias e ilusiones, de la amistad y del cariño que me han regalado, etc., etc. Gracias por todo.

El día de mi jubilación me acordé de muchos de vosotros y la verdad que me hubiese gustado haber podido disfrutar de vuestra compañía, pero no pudo ser… seguro que nos veremos en otra ocasión.


Quiero mostrar, también mi agradecimiento a D. Jesús López y a D. Juan Matías por confiar en mí para formar parte de sus equipos directivos, como secretario, durante 17 años.

Y para terminar me gustaría escribir el nombre de muchos de mis alumnos y sobre todo de mis compañeros para mostrarles que guardo un afectuoso recuerdo de cada uno. Como esto es muy difícil sirva este abrazo que os envío y que espero daros personalmente el próximo día 19.

Luis Barrial Rivera




sábado, 20 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 20.4.13
Aquí tenemos las fotos que nuestra compañera Elvira realizó durante toda la velada. Muchas gracias, Elvira.

Todos los que tengáis más fotos podéis pasar por el colegio con un pen-drive o cd-rom. También podéis probar a enviarlas por correo colegiorodenas50aniversario@gmail.com

Encuentro de antiguos alumnos y maestros
Posted by Ródenas 50 Aniversario On 20.4.13
Nací en Junio de 1962, por lo que este año cumplo 51.

Mi colegio fue "El Rodenas" se me amontonan recuerdos y algunos no logro encuadrarlos cronológicamente en el tiempo (cosas de la edad). Pero es cierto que puedo decir ¡Aquellos maravillosos años!

Recuerdo las aulas, los maestros y maestras, Don .. . Dña..... Srta..... como les llamábamos entonces: Srta. Maricarmen, Doña Maricarmen, Don José, Don Trinidad, Doña María Dolores, Don Salvador, Don Pedro, otro Don Predro, Don Lucio, Don Fulgencio,Don Juan de Lengua, Don Juan de Francés, Don Luis "el cura". De todos y cada uno de ellos tengo un recuerdo muy particular, que hoy con el paso del tiempo me agrada enormemente recordar.
Tengo un especial recuerdo de los que he tenido conocimiento de que ya no están entre nosotros.
Don Salvador: Recto y firme a la antigua usanza, del cual aprendí mucho, sobre todo esfuerzo y disciplina, mi recuerdo con cariño y respeto para él.
Don Trinidad, alguien me dijo que también nos dejo. Amable, gentil , buen maestro.
Don Luis, "el cura" mucho mas que un maestro de religión. Su trabajo en los colegios no se ceñían a lo religioso meramente (labor que hacia), fue el maestro de los viajes de estudios, queda testimonio de ello con sus películas , afición que gracias a ella hoy tenemos cientos de imagenes. Viajes de los que muchos disfrutamos gracias a su compromiso con los padres, de que nos cuidaría y "vigilaria".
Pero quiero resaltar su gran empeño en que los chicos/as salieran fuera a estudiar (No había otra opción ) en Bullas cuando en los años 70 se terminaba 8º de E. G.B. se terminaban los estudios.
Es sabido por muchos el interés que D. Luis ponía, salia casa por casa, lo tenia como algo personal, donde sabía que los padres no tenían pensamiento de que sus hijos fuesen a estudiar, acudía el a convencerles y explicarles lo importante que era, y de hecho muchos así lo entendían, claro lo decía "el cura". Por ello y por cada uno de los que gracias a él seguimos estudiando, GRACIAS Don Luis, siempre le recordaremos.
Yo particularmente tengo un recuerdo intensamente especial para el, debido a que en 7º de E.G.B. conocí al que hoy es marido José Luis "el hijo del veterinario". Don Luis siempre nos decía estos dos se llegarán a casar, ¡que satisfacción sería para mí estar en la ceremonia". Tras muchos años de noviazgo el 8 de Agosto de 1987 Don Luis asistió como celebrante a ese momento que un día parecía tan lejano, ofició la ceremonia y cierto es que en su rostro durante toda ella, se veía la alegría de ese momento al que el también había contribuido.

Don Fulgengio alto, serio, imponía, cuando el entraba en la clase "no había tutia", silencio absoluto hablaba el maestro. Recuerdo muchas anécdotas con él, sobre todo con el tema de una cartilla de puntos que nos dio para controlar nuestras "maldades". Cada vez que nos portábamos mal nos quitaba uno o dos puntos según su criterio, si coincidimos el día del encuentro (espero que así sea) le aclarare unos cuantos puntos que le quitaba a otra persona por hechos mios (aunque sinceramente creo que lo sabia).

Don Pedro (el de las tablas de equivalencias) ¡pero que cruel era! le tenia un enorme cariño, en el paso de los años hemos coincidido varias veces en Murcia, siempre hemos charlado y hemos recordado aquellos tiempos, cierto es que hace tiempo que no le vemos.
Don Lucio, hace poco coincidimos en una terraza en Cehegin (creo que es su pueblo) nos sorprendió gratamente que se acercara a nosotros y charlamos un rato, recordamos "cosillas" y nos reímos, espero verle D. Lucio.
Dña Maricarmen y Don José Gómez , son de Bullas, est´s dicho todo. Maestros que nacieron para serlo, creo que siguen viviendo aquí porque crecieron con nosotros, se hicieron Bulleros con su trabajo y aun cuando les veo pienso que son de Bullas.
Mi suegro Pepe "el veterinario" hombre de carácter clásico apelaba a Don José, amigo suyo, para que sus dos hijos mayores se cortaran el pelo, alguna vez presencié el tema, ahora en mi casa cuando lo recordamos nos reímos.Tenían unas melenas rubias nada acorde con los gustos de su padre.
Espero encontrarnos con todos, y lo que seria muy largo escribir, hablar con ellos un ratico y recordar muchas , muchas cosas.
LOS ALUMNOS, me acuerdo de todos sobre todo los de 8º, en el salón de mi casa tengo la foto típica de la escalera, ji ji ... !que pintas! algunos hasta tenían pelo, otros no tenían tripita cervecera, pero todos teníamos la ilusión de la juventud.
Cuando miro la foto, no hay ni un solo compañero que no me traiga buenos recuerdos, es cierto que con el tiempo dejamos de vernos o se enfría la relación o simplemente no la hay, pero fuimos en su día parte de un grupo y a mi me gusta recordarlo.
Tengo que decir que de aquellos años tengo tres grandes amigas, que ni el paso del tiempo ha enfriado nuestro cariño. Sí es cierto que seguimos estudiando juntas, y todos los años, por lo menos una vez, nos reunimos con nuestras familias, es estupendo, espero que podamos seguir así hasta que las fuerzas nos lo permitan. Quiero desde aquí enviarles también mi cariño y decirles que espero verlas en el encuentro de 50 Aniv.
Ana Amor. Sole Fernandez. Poli Fernandez.
No quiero cerrar este pensamiento pasado a papel sin hablar de un alumno Francisco José Fernandez Gonzalez "el lagarto" hermano de José Luis (y mio). Esta claro que el próximo viernes estará con nosotros, como lo hacía en cada fiesta (yo voy aunque sea con el mono verde, y si tengo que arreglar un enchufe aquí están los alicates) los que lo conocieron saben de lo que hablo, y que así sería. Sé que compañeros tuyos tendrán un pensamiento para te este día de celebración. Yo lo tengo "lagui".
Gracias a todos los que han pasado por este colegio ha perdurado en el tiempo, y ahora podemos celebrar este cumpleaños tan especial, gracias a los que no coincidí con ellos, profesores y alumnos por pertenecer a el, gracias a los que coincidí, y cómo no GRACIAS, a los que actualmente forman parte "del Rodenas" y han trabajado para que este evento se pueda disfrutar por todos, en especial a Juan Matias que es visible su interés y dedicación hacia este colegio.
Muchos, muchos, muchos besos a todos porque somos muchos , los que estamos, y los que no, pero sobre todo en un momento de nuestra vida HEMOS
ESTADO.
----YO FUI AL RODENAS---

jueves, 18 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 18.4.13
Leyendo muchos de los comentarios de los antiguos alumnos de este colegio, he sentido la necesidad de escribir algo yo también:

Estudié en este colegio hace ya muchos años, pero parece que fue ayer...
Mis maestros, Doña Mª Carmen, Doña Laura, Don Lucio y mi inolvidable Don Fulgencio con sus clases de historia y geografía.

Mis compañeros, con los que aún tengo relación, mi viaje de estudios a Andalucía y muy buenos momentos que nunca se olvidan.

Después he tenido otra etapa de mi vida importante en este colegio, como madre de alumnos. Mis hijos también fueron al Ródenas.

Desde siempre me gustó participar en todo lo que se organizaba (madre delegada, AMPA, escuela de padres, etc).

No se nos olvidarán esas comidas de convivencia en La Rafa donde tanto frío pasábamos y nos divertíamos tanto preparándolo todo.

O las fiestas de fin de curso, con las polémicas entre las madres por la ropa de los niños y esos sacos interminables de bocadillos que preparábamos con tanto cariño.

Ahora, mientras escribo y voy recordando, siento que este colegio es una parte muy  importante de mi vida.

No me quiero despedir sin mencionar a algunos profesores de mis hijos, como Juan Matías que ponía todo su empeño en que los niños se portaran bien y no hablaran tanto.

Y la maestra Elvira con su forma tan dulce de tratarlos.

FELIZ 50 ANIVERSARIO de esta alumna: Ginesa Fernández Muñoz.

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 18.4.13

La Señora María, cocinera del colegio durante algunos años.

Según me cuenta su hija Isabel, que también trabajaba en el comedor hace ya 36 años, la señora María era muy querida por maestros y alumnos, sobre todo los de la Copa. Ella siempre estaba pendiente del que comía poco para prepararle después un vaso de leche. Era una mujer muy amable y buena. 

Cuenta su hija que Don Salvador era uno de sus maestros preferidos y cuando cocinaba algo que a él le gustaba lo llamaba para que fuera el primero en probarlo. Yo la conocí fuera del colegio y puedo decir que era una mujer querida por todo el mundo.

Antonia Fernández Párraga



miércoles, 17 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 17.4.13

A MI COLEGIO: “OBISPOS GARCÍA-RÒDENAS”, EN SU 50 ANIVERSARIO.


   En primer lugar un recuerdo entrañable a los miembros de nuestra Comunidad Educativa que ya no estàn con nosotros. Y tambièn mencionar a nuestros alumnos que, debido a la crisis económica que padecemos,han tenido que emigrar y no van a poder participar en los actos que se han organizado, con motivo del 50 Aniversario. 

   Asì mismo como no podrìa ser de otro modo, felicitar a todos por esta idea tan brillante y por vuestro trabajo en este aniversario, que va a servir para seguir estrechando lazos y dar a conocer nuestro Colegio a la sociedad de Bullas. En definitiva, desearos un gran èxito en esta actividad y en todas las que emprendàis.

   Mi Colegio ha cumplido 50 años y le deseo que cumpla muchìsimos màs. Como sabèis su nombre se debe a dos importantes hijos de Bullas, que fueron coetàneos:
D. Antonio García García y D. Alfonso Ròdenas García. El primero fue obispo de Tuy y Arzobispo de Valladolid, en la catedral gallega hay una làpida con su nombre a la izquierda del altar mayor, en la que se menciona que recogiò a los sacerdotes dispersos por la comarca y  también visitamos, en Tordesillas, el lugar donde reposan sus restos, en un viaje de estudios. Y el segundo fue obispo de Almeria, ciudad que tambièn visitamos y tuvimos la suerte de ver, en la Catedral, una exposición conmemorativa  en la que los objetos y enseres de D. Alfonso Ròdenas (bàculo, anillo, sillòn,…..), ocupaban un lugar especial.

   Durante los 30 años que pasè en el Centro he tenido bastantes anècdotas y muchas vivencias. El edificio principal ha tenido pocas modificaciones, pero si ha cambiado mucho el entorno y sus olores. El olor a vino y vendimia, de la bodega que habìa cercana, era agradable y nos recordaba el gran valor que tiene en nuestro pueblo: sus exquisitos caldos. Otro olor, bastante más desagradable, que se consiguió eliminar (con la ayuda de la A.M.P.A. y del profesorado) fue el Digestor.

    Cuando asumí la direcciòn del Centro, por la renuncia de D. Josè Gòmez Huertas, cargo que ocupe durante 17 años, hasta mi jubilación por enfermedad. En este periodo transformamos el Colegio, con la ayuda del A.P.A., del  Profesorado y de las Instituciones: se hicieron nuevas aulas en el edificio principal, los nuevos aseos, el cambio de la zona administrativa, los zòcalos antihumedad, la incorporación a las nuevas tecnologías con los proyectos Atenea (aula de ordenadores) y Mercurio (medios audiovisuales), la Pista Polideportiva , el nuevo Centro de Educaciòn Infantil y lo que màs nos debe sentirnos orgullosos la modernizaciòn de la Biblioteca, que gracias a personas como Mª José y otras fue un referente a nivel regional.
   Mencionar, asì mismo, que fuimos Centro Experimental de la implantación de la L.O.G.S.E., en el año 93.  Se pasò a tener solamente alumnos hasta 6º y nos transformamos en un Colegio de Primaria, pasando profesorado importante, como Dª  Susana y otros, y tambièn  alumnado de 2ª Etapa al Centro de Secundaria de Los Cantos. Acometiendo, al mismo tiempo, la implantación experimental del alumnado de 3 años en Educaciòn Infantil.

   Destacable también fueron los Viajes de Estudios que ha realizado el Centro desde su fundaciòn, las visitas a diversas Aulas de la Naturaleza, la incorporaciòn a programas como Consumo Escolar y Escuelas Viajeras, las Fiestas de Fin de Curso (también con la colaboración del Profesorado y la A.M.P.A.) con actuaciones musicales, merienda y baile al final. En este punto mencionar los partidos de futbol entre Profesores y Padres, en el que un Profesor hizo “una entrada espectacular, lanzàndose en plancha”, que impidió que pudiera realizar el viaje previsto a Murcia, partidos en los que nunca se saldaron con derrota, gracias al buen hacer futbolìstico de Ricardo de Hoyos.
    
   He intentado mencionar al menor nùmero de personas, pero no puedo dejar de comentar a dos: Doña Laura Puerta ( “mi chacha”), que es un referente por su dedicaciòn , esfuerzo y trabajo para el Magisterio en Bullas y D. Salvador del Amor, del que recuerdo nuestras partidas de dominó en la antigua Sociedad, sus fantasìas e ilusiones  con la Lotería de Navidad, sus conversaciones tan agradables y lamentar su muerte en el aula, que fue impactante para los que estabamos en el Centro.
   Agradecer a todo el profesorado su colaboración, su dedicaciòn por los años compartidos en el Colegio y especialmente a los que formaron parte de los distintos Ciclos conmigo y a los distintos Equipos Directivos ( Paco Moreno, Cristòbal Robles, Josè Luis Cerrillo, Luis Barrial y Juan Matìas Caballero –actual Director-).

   Pero, sobre todo, desde siempre, en nuestro Centro se respira un ambiente especial, se nota la vocaciòn, el compromiso y el cariño, casi familiar, en la labor docente del Profesorado. Y la preocupación y el respeto de los Padres. Siempre ha existido un buen clima en las relaciones entre todos los miembros de nuestra Comunidad Educativa.
    En este Colegio se han formado muchas generaciones de personas, que siguen realizando un gran papel en la sociedad. El Profesorado siempre ha intentado conseguir una formación integral del alumnado y ha trabajado para que los alumnos den lo mejor de sì mismos, en un clima de afecto y responsabilidad.

   Finalmente, agradecer a la Direcciòn del Centro el que me haya solicitado escribir en vuestra blog. Entiendo que el Colegio està en buenas manos, que ha mejorado mucho y deseando que sigáis en esta lìnea, recibid un fuerte abrazo.

                                                                     Jesùs Lòpez Gutièrrez.


Posted by Ródenas 50 Aniversario On 17.4.13
D. Antonio Marsilla, uno de los primeros maestros de nuestro colegio y gran aficionado a la fotografía, nos ha hecho llegar estas imágenes actuales. 

Muchas gracias.























Posted by Ródenas 50 Aniversario On 17.4.13


Como se puede observar en las fotografías que se adjuntan de las antiguas “Escuelas Viejas”, con la remodelación efectuada en 2010/2011 (Siendo alcalde Esteban Egea), se ha conseguido obtener un espacio interior sencillo, moderno y funcional abierto a numerosos actos culturales para el barrio en donde se ubica y/o, también, para todo el pueblo, pudiendo compaginar diferentes actividades en cada planta.

En el curso actual se están usando las aulas de la planta baja para las clases de adultos en horarios de mañana y tarde, con lo cual se consigue dar una utilidad al edificio y así rentabilizar la inversión realizada.

Pues bien, yo sugiero al Equipo Directivo del Colegio “Obispos García Ródenas” y a los padres y madres que colaboran en la celebración del “50 ANIVERSARIO”, que la “Exposición de fotografía y materiales” que, según creo están preparando, la realicen en la PLANTA PRIMERA de ese edificio, semejante a la “Exposición” que hizo ya, en abril de 2011, el “Gremio Regional de Artesanía”, como homenaje a Salzillo en su ”III Centenario”.

Pienso que ese edificio es una parte muy importante de la historia escolar de Bullas y del aniversario que se está celebrando. Por sus aulas pasamos niños y maestros, que supongo, desearemos contemplar las fotografías y, al mismo tiempo, el estado actual del antiguo colegio. Estoy casi seguro que, en esos momentos, la emoción y alguna lágrima furtiva se nos escapará a más de uno de los visitantes.

Para todos los compañeros y antiguos alumnos un afectuoso saludo.

Bullas, doce de abril de dos mil trece.

Antonio Marsilla.








martes, 16 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 16.4.13



Esta fotografía fue hecha el día SEIS de FEBRERO de 1971. En esa época los maestros dábamos todas las asignaturas, incluida la E. Física y, como algo extraordinario, celebrábamos partidos de fútbol en el “Nicolás de las Peñas” entre dos equipos del mismo Colegio, cuando nos dejaban utilizarlo. 

Seguro que los niños de esta foto recuerdan mejor que yo la ilusión que les hacía, no sólo por jugar en un campo de hierba sino también por usar un balón de reglamento e ir equipados con camiseta y pantalón reglamentarios, algo poco usual en aquellos tiempos. Aunque ya ha pasado casi medio siglo, os recuerdo con cariño, pero algunos nombres los he olvidado. ¡Disculpad mi mala memoria y completad vosotros los nombres: Mateo Caballero, Ramón Herrero, Pedro (Hijo del Mata), Paco el Tichos (Hijo de Juan de la Espina),


Antonio el Gasero, …, …., etc., etc., así hasta los doce que aparecéis conmigo en la foto!.

              Un afectuoso abrazo para todos

                    Bullas a 10 de abril de 2013
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                                      Antonio Marsilla

domingo, 14 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 14.4.13
     De este colegio amo cada una de sus baldosas, cada azulejo,…

   Al adentrarme en sus pasillos y subir sus escaleras, percibo un gran sentimiento de cariño hacia este colegio, mi escuela, donde aprendí mi vocación y donde a día de hoy, ejerzo con mucho gusto. Por eso, incluso aquello que es material, me inspira un enorme afecto.

   Mi nombre es María del Pilar; María para mis familiares, Pilar para mis compañeros de trabajo, Pili para mis amigos. Nací en Bullas hace 33 años y es para mí un gran honor poder trabajar en este centro, el COLEGIO PÚBLICO OBISPOS GARCÍA-RÓDENAS desde hace casi diez años, donde actualmente soy tutora en 5º B y maestra de matemáticas en 5ºA. Y digo que es para mí un honor trabajar aquí pues es el colegio en que crecieron mis padres, donde crecimos mis hermanos y yo y donde lo crecerán ahora, si Dios quiere, mis dos hijos, Alba y Marcos. Mis padres son el Tomás “el colgao” y la Cati “de la Murta, hija del Esteban el carpintero”. Les menciono porque, aunque en este colegio recibí gran parte de mi educación, aquellas cosas que son fundamentales en la vida de cualquier ser humano las aprendí en mi casa, de los mejores maestros que pude tener: mis padres. A ellos les debo lo que soy por dentro, pues aunque me proporcionaron todas las facilidades para realizar mis estudios de Magisterio, lo que realmente me sirve para afrontar cada día con alegría e ilusión son los principios y los valores que con tanto tesón nos transmitieron tanto a mí, como a mis dos hermanos: Tomás y Esteban. La educación que recibí en mi casa fue la base sobre la que se sustentaron todas las demás. Cada día que pasa aprendo algo nuevo de ellos y me doy cuenta de que, pese a mi superada mayoría de edad, todavía hay muchas cosas que no sé. 

     En mi pequeña infancia fui a la guardería Baby un solo día. Estaba en el Camino Real, muy cerca de mi casa que está en la calle Fiel. Mi madre dice que no me gustó y que lloré tanto que, aunque decían que era muy importante para el desarrollo estar con otros niños, pensó que podría esperar un poco a que empezase la escuela. 

     Yo no recuerdo exactamente mi primer día en la escuela, pero tenía casi cuatro años y fue en las llamadas “Escuelas Viejas”. Era el año 1983. Supongo que lloré tanto como en la guarde, seguro que mi señorita Juani “la patillas” me consoló, y que con el tiempo le cogí el gustillo a aquello de ir a la escuela. Muchas veces me llevaban y me recogían mis abuelas (pues mi hermano Tomás acababa de nacer y mi madre no podía hacerlo), y recuerdo esos paseos con calma desde la puerta de la escuela a mi casa a lo largo de la calle “Los Hornos”, que todavía conserva ese aire de antes, pues ni el asfaltado ni las casas han cambiado mucho, aunque tristemente muchos vecinos ya no están ni tampoco se ven casi niños que jueguen por allí. 

     El edificio de la escuela era antiguo, pero lo recuerdo muy cálido. Los escalones estaban desgastados y no podía agarrarme a la baranda porque todavía era muy pequeña (siempre fui la más pequeña de mi clase) y me quedaba muy alta. Para ayudarme a subir utilizaba los barrotes que la sujetaban al suelo. En el rellano de arriba había unos balcones y me gustaba mucho asomarme por allí, sobre todo si llovía. Me encantaba el olor de los días de lluvia; todavía hoy me gusta. 

     En las Escuelas Viejas hice mis primeros amigos, que tengo la suerte de decir que a día de hoy lo siguen siendo. Hemos hecho nuestra vida, pero cada vez que nos vemos siento la alegría de saber que ellos son una parte muy importante de mí. Nos paramos, hablamos,… se nota que hemos crecido. Algunos tenemos hijos, otros viven fuera y nos vemos menos a menudo,… pero sentimos un gran afecto mutuo. Hace unos meses nos juntamos a cenar: tratamos de reunirnos todos, pero claro, fue imposible; no a todo el mundo le viene bien la fecha o la hora,… Pero allí estuvimos. Hubo risas, tontunas, recuerdos, fotos,… 

Estos somos nosotros actualmente


     En las Escuelas Viejas aprendí a leer con “La Cartilla” de Paláu: recuerdo “la i de iglesia”, “la p de pera”, “la n de nido”,… aquellas tardes tranquilitas leyendo de uno en uno con la señorita Juani, que señalaba las sílabas con un boli mientras nosotros íbamos descifrándolas sin entender del todo lo que leíamos… 

     Algunas tardes la señorita nos dejaba llevarnos juguetes de casa y lo pasábamos genial. Supongo que sería después de que vinieran los Reyes Magos.

     La maestra nos tenía numerados por parejas. Mi amigo Juanjo y yo éramos el uno. De este modo éramos dos niños con el 1, otros dos con el 2,… Y creo que no recuerdo que nadie llevara el 14, así que seríamos 13 parejas: en total, 26 niños y niñas. 

     El patio era muy grande y para llegar a él había que pasar por unos callejones estrechos y sombríos que había en los laterales del edificio. Aunque hiciera un gran día de sol, en esos callejones siempre hacía frío. A veces también bajábamos al patio por las tardes. Allí jugábamos con la tierra, con las hojas de los árboles,… no había nada excepto eso, así que ahí encontrábamos la diversión: una hoja era un plato y la tierra era la comida. También teníamos pelotas, jugábamos al pillao y al escondite,… y celebrábamos bodas “de mentira”. Casi siempre se casaban los mismos y el cura también era casi siempre el mismo. Yo iba de invitada, pero tenía un amigo que me acompañaba. Supongo que era mi novio (de mentira, claro).

     Tampoco recuerdo mi primer día en “Las Escuelas Nuevas” en el año 1985. Pero mis compañeros eran los mismos y lo siguieron siendo hasta sexto, momento en el que mezclaron los grupos A y B, no recuerdo por qué.

    En 1º y 2º mi clase era la de la planta de arriba, al fondo, a la izquierda. Actualmente ahí imparto matemáticas a los alumnos de 5ºA. Hace unos días, en mitad de la clase, como si pudiera retroceder en el tiempo durante unos segundos, recordé varias cosas de entonces: cómo estaba distribuida, dónde me sentaba,…

    Mi maestra era mayor, se llamaba Doña Mª de los Ángeles, era regordeta, y con unas gafas con cordones chulísimas. Se sentaba en la esquina donde ahora está el ordenador y algunas tardes hasta hacía punto con moldes. Esta es la única foto que tengo con ella. 


Aquí estamos, de izquierda a derecha, Toni, Juanma, 

nuestra señorita Mª de los Ángeles, mi amiga Juana Mari Ortega y yo.

     Mi madre tomó esta foto en un viaje que hicimos a la Vega del Segura: Abarán, Ojós,… Recuerdo que cada uno iba con su madre y que cogimos el tren. Yo iba sentada con mi amiga Juana Mari y mi madre iba con la suya. Me gustaba que nuestras madres también fueran amigas. Poco después Juana Mari se fue a vivir a Mazarrón y perdimos el contacto hasta hace unos años que nos encontramos otra vez. 


     En esta otra imagen la señorita está de espaldas bajo el escenario, mientras nos disponemos para cantar un villancico de Navidad.

     Estando en 2º me graduaron la vista, y cuando me dijeron que tenía que llevar gafas no me preocupó en absoluto, pero pedí que llevaran cordones, como las de mi señorita. Sólo las necesitaba para leer o ver la tele, pero me encantaba ponérmelas. No recuerdo que nadie me insultara por llevar gafas. Mi amiga Mónica me recordó hace poco que a ella le gustaban un montón. 

     Recuerdo que llevábamos un libro de lectura de un niño que iba en un carromato o algo así (seguro que mi amiga Ascen se acuerda hasta del título). Pues bien, algunas tardes mi señorita me castigaba a quedarme a las cinco a poner bien las esquinas de aquel libro, porque las arrugaba un montón. Hoy me parece increíble, pues me tomo muy en serio lo de no arrugar las hojas. Supongo que aprendí bien la lección. Y que conste que no tengo ningún trauma de aquello.

     Mª de los Ángeles regalaba cuentos pequeñitos (quizá eran Cuentos de Calleja, no lo sé) a los que se sabían las tablas de multiplicar. Si no recuerdo mal, mi amigo Ricardo consiguió ganar un montón. Yo lloraba porque me sabía las tablas pero no tan bien como él. Supongo que si no te las sabías “requetebién” no había premio. 

     No sé si mi señorita Mª de los Ángeles todavía vive, pero de hacerlo debe ser ya muy mayor. Han pasado 25 años desde entonces, aunque haya parecido un suspiro… 

    Pese a su avanzada edad, incluso preparaba funciones de fin de curso con nosotros. Aquél año hicimos de madrileños: dos parejas bailábamos un chotis mientras mi amigo Eli tocaba el organillo.
 

En esta foto salimos Paco y yo vestidos de madrileños con apenas 6 añicos…

     Cuando mi hermano Tomás empezó a venir conmigo al colegio, casi siempre tenía que esperarlo en la puerta de su clase, pues como se escapara sin mí me tocaba buscarle en el bancal de enfrente de la escuela. Allí jugábamos muchas veces al salir. Recuerdo que había albaricoqueros y más de una vez me lo encontré subido en uno de ellos comiéndose unos cuantos “albérchigos”. Había un muretillo que delimitaba este huerto, ya casi ruinoso. Nos gustaba caminar sobre él haciendo equilibrios cargados con la mochila. Hoy día ahí se encuentra el parque infantil. 

     Mis abuelos maternos Esteban y Ana María vivían junto a la cooperativa de vino “San Isidro” que entonces se encontraba en el edificio en el que hoy están “Sport Marcha” y la “Cafetería Zalú”. Quedaba tan cerca del colegio que muchas veces me quedaba a comer con ellos. Mi abuelo me daba almendras fritas de aperitivo y pan con vino y azúcar de postre. Cuando se quedaba sin vino le acompañaba a la cooperativa. Así yo le podía ayudar llevando la garrafa, porque él estaba cojo y usaba bastón y caminar cargado era muy incómodo. 

     Otra imagen que viene a mi mente es la de mi abuelo Tomás los días de lluvia. Ahora está muy extendido venir en coche al colegio, pero entonces prácticamente todo el mundo venía a pie, independientemente de lo lejos que estuviera de casa o del tiempo que hiciera. Había mucho tránsito por las calles de gente que se dirigía a la escuela. Pero muchos días de lluvia, mi abuelo Tomás venía al colegio a recogernos a mi hermano y a mí. Salíamos por la puerta que da al Paseo de la Murta y mirábamos buscando su Renault 7 blanco entre los demás vehículos. ¡Qué alegría nos daba si había venido! Luego, volviendo a casa, nos quedábamos mirando a través de los cristales cómo nuestros amigos iban andando bajo sus paraguas y nosotros secos y a cobijo del coche de nuestro querido y añorado abuelo Tomás. Mi madre nos cuenta que ella no le pedía que viniera a recogernos, sino que lo hacía porque él mismo quería. Nuestros abuelos paternos, Tomás y María, vivían justo debajo de nuestra casa, así que los lazos de cariño que establecimos con ellos permanecen a día de hoy aunque ya no están con nosotros. 

     En 3º y 4º mi señorita fue Doña Brígida, que vive en Bullas, recientemente retirada. Nuestra clase estaba al lado del almacén, donde actualmente se encuentra 6º B. Yo la quería un montón. Todavía hoy nos saludamos y hablamos cuando nos vemos. Recuerdo que después del recreo siempre nos ponía un dictado (ahora que lo pienso, era un estupendo recurso para lograr que nos calmásemos al subir de nuevo a clase). Lo que más me gustaba era su peculiar manera rauda y veloz de corregirlos: resuena en mi mente: 

“Pedro estaba en el campo:

Pedro con mayúscula, estaba con b y campo con m antes de p”.


     Dios mío, al escribirlo, es como si lo estuviera viendo. 

     Con ella hicimos un mapa del relieve de España con escayola. Pintamos las montañas de marrón y amarillo, los valles de verde, los ríos y mares de azul,… No podré olvidar que jamás pude colgarlo en ninguna parte, pues antes de que se endureciera la escayola había que poner unas alcayatas y las mías estaban abajo en lugar de arriba. No nos dimos cuenta hasta que estaba completamente terminado. ¡Qué desilusión tan grande me llevé!

     Un día, en el recreo, jugando a la cobra (¿alguien se acuerda de cómo se jugaba a la cobra?), me soltaron o me solté,… El caso es que caí de espaldas al suelo golpeándome la cabeza de tal manera que mi señorita Brigi escuchó el golpe. ¡Cómo sería de fuerte! Me llevó inmediatamente adentro y me puso hielo. Yo le veía una enorme cara de preocupación. No paraba de preguntarme cosas como ¿Cómo te llamas? ¡Dónde vives? Yo pensaba: “Ni que no me conociera”. Me dolía un montón, pero al verla atenderme sentía una gran tranquilidad: su preocupación, lejos de alertarme, me hacía saber que estaba en buenas manos. Hace unos años ella misma me recordó este hecho que yo casi había olvidado.

     Con ella también aprendimos a coser botones, a hacer vainica,... Esto último era especialmente difícil para mí, pues se trataba de coser una tela utilizando los propios hilos que la componían. Creo que mientras tanto, los chicos aprendían juegos de mesa en la clase de al lado. Hoy día algo así es impensable, niños y niñas de ambos sexos tendrían que hacer ambas actividades.

     En 5º curso mi maestro fue Don Victoriano. Sus métodos eran un poco “de la antigua usanza”, pues a veces tiraba de las patillas a los que no se sabían la lección. Con suerte, por exigencias del sexismo de la época, las chicas nos librábamos de eso. 

     De él recuerdo perfectamente su vozarrón, su forma de toser y que su vivienda estaba situada en las “casas de los maestros” porque sus ventanas daban al patio y a veces iba a almorzar allí y le veíamos. ¡Qué gusto que el colegio le pillara tan cerca de casa! 

     Era muy estricto, pero también nos proporcionaba afecto y pasábamos ratos divertidos con él. A mí me dejaba sentarme con mi mejor amiga. Y los martes por la tarde jugábamos a una especie de concurso de preguntas y respuestas que consistía en lo siguiente: nos subía en la tarima del aula (que todavía permanece en algunas clases de las actuales) y nos ordenaba alfabéticamente (creo). Entonces, desde el último hasta el primero, se abría el turno de preguntas que debían ser de los temas que estábamos estudiando, sobre todo de Ciencias Naturales o Ciencias Sociales. Si a quién le preguntabas averiguaba la respuesta, entonces perdías el turno y le tocaba preguntar a él al que estaba delante; si no se la sabía, se ponía el último y tú continuabas preguntando. Por eso para esa tarde todos preparábamos en casa una lista de preguntas “superdifíciles” para conseguir quedar el primero “o casi”. Creo que ahí empezó a aparecer la competitividad entre mis compañeros, buena para el aprendizaje pero un poco un poco desastrosa si querías mantener a tus amigos.

     Como Don Victoriano era muy mayor, el baile de fin de curso lo tuvimos que ensayar nosotros mismos, pero todavía me acuerdo de lo bien que lo pasábamos ensayando en la puerta de "la Pepi", pues junto a su casa había una plazoleta muy buena y con mucho espacio para los ensayos (hoy todavía está, y además reformada). A las crías nos encantaba lo de los ensayos, pero a los críos no les hacía mucha gracia. Yo creo que era porque tenían que hacer todo lo que nosotras mandábamos y si no seguían el ritmo nos enfadábamos un montón. Me acuerdo de la música: “La vi correr, llegaba tarde a clase, no sé qué hacer, esto no hay quién lo aguante, estoy enamorado y muy pronto lo sabrá, uhh, uhh, uhh, uhh”.

    Hace poco supe que Don Victoriano había fallecido. Cuando me comunicaron la noticia sentí un cierto frío en el estómago, pese al tiempo que había transcurrido desde la última vez que le ví.

   Como he dicho antes en sexto mezclaron los grupos A y B y yo pasé al A mientras muchos de mis amigos se quedaron en el B: "la Silvia, la Ascen, la Pepi, el Juanma, el Eli, la otra Ascen, el Cristóbal, el Ricardo, la Juana Dolores",… amigos a los que ya no me quedaba otra que verlos en el patio. Lo cierto es que no sé por qué lo hicieron, pero a mí me sirvió para hacer más amistades. 

Ésta es una foto de aquel curso.

    Casi recuerdo cómo estábamos sentados: el Paco Pepe con el Paco Álvarez, el Toni con el Diego, la Cati con la Susi, la Ana con la Gloria, la Paqui con la Mónica, el Bernardo con el Antonio Abril, el Alfonso con el Mon,… y yo con la Loli. Si no menciono al resto es porque no me acuerdo con claridad. 

     En el paso de 5º a 6º se decía que cambiábamos de “etapa”. Supongo que el sistema educativo estaba estructurado de esa manera. El caso es que el cambio de etapa también significaba el cambio de patio en el tiempo del recreo. Antes, el actual patio de primer ciclo estaba separado por unas verjas y una puerta del patio de los actuales 2º y 3er ciclo. Esto nos hacía sentirnos mayores. Ya no jugábamos a cosas “de críos”, sino que los juegos eran “de mayores”, y dedicábamos mucho rato a hablar con las amigas sentadas en los escalones del porche o a estudiar un poco para el examen que quizá había que hacer después del recreo.

    Una de mis maestras en aquellos años fue Doña Susana, extraordinaria enseñando matemáticas. Aprendí muchísimo de ella y la recuerdo con un profundo afecto y admiración. Por las tarde jugábamos a “Cifras y letras”. Éste era el nombre de un programa que ponían todas justo antes de entrar por la tarde al colegio en la segunda cadena. Cuando nos tocaba matemáticas por la tarde, tomábamos los datos del programa y tratábamos de encontrar la solución en clase. De camino a la escuela yo ya intentaba hacer los cálculos mentalmente para ver si al llegar me salía el resultado. 

     Don Jesús, quién fue director por muchos años y todavía lo era cuando yo empecé a trabajar en el año 2003, fue mi maestro de Ciencias Naturales. El libro que llevábamos en su asignatura tenía un apartado de “Ideas básicas” que había que estudiar siempre. Los exámenes llevaban, sobre todo, preguntas de las “Ideas Básicas”, así que si habías estudiado algo cada día, era fácil sacar un 10. Él dictaba las preguntas del examen; nosotros las copiábamos en un folio en blanco y luego las respondíamos. Nada de fotocopias como ahora. 

    Creo que la primera vez que vi una fotocopia, fue en un examen de mi joven maestro de inglés Don Juan Matías. Dichas fotocopias eran de color lila. No vi la máquina que las hacía ni entendí por qué mecanismo funcionaba hasta que hace unos meses, con motivo de una visita a las Escuelas Viejas, Don Luis lo explicó a mis alumnos intentando hacerles ver las diferencias tan grandes entre unos momentos y otros de la historia. Nos explicó como este aparato constituyó un apoyo increíble a la enseñanza. 

    Don Juan Matías, a parte de hablarnos en otro idioma, parecía sacado de otro molde: hacía juegos en clase; creó el rincón de inglés en una de las paredes dónde poníamos cosas de esta asignatura, nos enseñó mucho vocabulario desconocido para nosotros muy útil como “play, stop, rew,…” porque aparecía en todos los equipos de sonido; nos planteaba trabajos de grupo chulísimos en los que teníamos que entrevistar a otras personas en inglés grabándonos en una cinta que luego reproducía en clase; nos traducía canciones de nuestros artistas favoritos que luego escuchábamos,… Así fue como por primera vez entendí lo que decía una canción en otra lengua. Nos tradujo “The wind of change”, de Scorpions (una banda alemana de heavy metal que le encantaba a mi amigo Paco). Era una balada de la que nos sorprendió la letra, pues muchos pensábamos que los grupos de rock duro no tenían temas así. Resuena en mis oídos: 

“ I follow the moskva down to gorky park listening to the wind of change...”

    Doña María José y Doña Antonia fueron mis maestras de lengua aquellos años. Extraordinarias maestras, sin duda. Doña Antonia estuvo de baja unos meses. Su sustituto, un maestro joven, nos enseñó teatro y los de 8º A representamos “Riquete el del Copete”, personaje que tenía que decidirse entre casarse con una hermana fea y lista y otra guapa y tonta (yo hacía de la segunda y me quedé sin marido; mi amiga Susi tuvo más suerte). Los de 8º B “se picaron” y cuando Doña Antonia se reincorporó de nuevo tuvieron que representar otra obra, “El traje nuevo del emperador”, pero por suerte para ellos, esa obra está grabada en vídeo y la nuestra, según me consta, creo que no.


    Don Cristóbal, mi maestro de Ciencias Sociales, era muy serio y muy recto, y creo que nunca le oí alzar la voz. Me encantaba su letra y me inspiraba autoridad, pero jamás miedo, que aunque pueda ser parecido, no es lo mismo.

    Mi maestro Juan Ángel me daba religión. Gracias a él he leído algunas partes de la Biblia. Lo que pasa es que las Biblias aún no estaban adaptadas. En la actualidad tengo una muy buena que ojalá hubiese tenido entonces. 

     Don José Luis, mi maestro de Educación Física, fue mi tutor de 8º. Era muy bueno y cariñoso con nosotros. Nos llevaba a correr a La Rafa, y después nos dejaba un rato jugar en las ruinas de la fábrica de seda que actualmente está convertida en un apartahotel. Años más tarde fue a trabajar al extranjero y no le vi durante mucho tiempo. Hace tan sólo unos meses estuvo en el colegio y me alegré de poder volver a saludarle. 

Esta foto es mi promoción de 8º, antes de marchar al instituto.

    No sé si fue en este año, pero hicimos una Asociación de Alumnos, que por primera vez existía en el colegio. Elegimos a nuestro presidente, que fue "el Toni". Nos ayudaban algunos maestros y llegamos a conseguir algunas cosicas importantes… Recuerdo que en aquellos días querían arrancar los eucaliptos de enfrente del colegio. Estos árboles son los que dan nombre a la calle en la que se encuentra el colegio, pues “murta” es un conjunto de eucaliptos, y por este motivo (imagino), la calle se llama “Paseo de la Murta”. Iba a ser una pena que la Murta se quedara sin eucaliptos, así que a través de nuestra asociación de alumnos planteamos una manifestación en contra de este hecho y nos fuimos con todo el colegio a la puerta del Ayuntamiento. Ante tal hecho, el Alcalde debió reconsiderar su decisión y los árboles no se arrancaron. Para nosotros fue un enorme logro, un gran triunfo, y una forma de aprender, de la mano de nuestros maestros, cómo podíamos involucrarnos en temas serios, cómo nuestra opinión tenía derecho a ser oída y tenida en cuenta, cómo podíamos participar en la vida de nuestra localidad y cómo podíamos manifestarnos pacíficamente por un fin noble como aquél. 

    No sé si fue en 8º, pero hicimos una especie de campamento de invierno en “Los Urrutias”, donde tuvimos la oportunidad de aprender cosas en contacto directo con la naturaleza. Además, dormíamos en un colegio (convertido en albergue), en unas habitaciones con literas, poníamos y quitábamos la mesa y comíamos de lo que nos ponían. Paseábamos por la playa recogiendo conchas para luego clasificarlas, hacíamos lo mismo con semillas recogidas en “El Carmolí”, tomábamos fotografías del atardecer, pasamos alguna noche haciendo gymkanas en la playa, reciclábamos papel, había sala de juegos y televisión… Estuvo realmente genial. 

     Ese año hicimos el viaje de estudios a Galicia. No sé cómo se atrevían a ir tan lejos con nosotros, pero lo cierto es que no era tan arriesgado y contaban siempre con el consentimiento de nuestras familias y con su respeto absoluto en su quehacer como docentes. ¡Qué grandes recuerdos de aquél viaje! Lo más guay: dormir fuera de casa, comer en un restaurante, bailar en la discoteca del hotel por la noche,… jugar a ser mayores cuando teníamos sólo 13 años!

    Terminé mis estudios en el colegio en el año 1993. Allí se quedaban mi hermano Tomás, que había hecho 4º y mi hermano Esteban que ese año empezaría a ir a Parvulitos (que así le llamábamos a la Educación Infantil) en las Escuelas Viejas. En el instituto cursé 3º y 4º de la ESO y 1º y 2º de Bachillerato. Cuando tuve que decidir qué quería estudiar en la universidad tuve muchas dudas y, después de algunos giros que dio mi vida, terminé estudiando la titulación de Maestra en Educación Primaria. Todos mis amigos me lo recomendaban; decían “Pili, tú vales para eso”. 

    Mientras estudiaba en la universidad derribaron las casas de los maestros y adjudicaron la obra del nuevo centro de Educación Infantil a la empresa de encofrados de mi padre, que entonces se dedicaba a eso. Un día, hablando con él cuando la construcción todavía estaba en la fase de la cimentación, le comenté: “¿Imaginas, papá, que algún día trabajase en este centro que tú estás construyendo?” Cuál fue mi sorpresa cuando después de opositar en el año 2003, obtuve plaza y mi primer y definitivo destino fue éste, mi querido colegio, donde empecé siendo maestra de 5 años de un grupo del que fui tutora hasta que terminó en 6º de Primaria. Aquellos alumnos, que hoy día cursan 3º de ESO ocupan un lugar especial en mi corazón. Me enseñaron todo lo que no aprendí en la universidad: a ser “maestra una de verdad”. 

    Cuando en septiembre de 2003 entré por la puerta de este centro me invadieron una serie de recuerdos de golpe que todavía me causan gran emoción. Hacía muchos años que no entraba en el edificio. Jesús, Juan Matías y Juan Ángel, antiguos maestros, ahora eran compañeros de profesión. Era una sensación extraña para mí a la que poco a poco me fui acostumbrando. 

    Si tuviera que resumir en una palabra todos aquellos años, creo que sería CALMA. Todo se hacía con calma, o así lo percibía yo. Y lamentablemente ahora vamos con prisa a todas partes. Mi madre me esperaba en casa con un vaso de leche caliente. Hoy los niños hacen corriendo los deberes porque no pueden llegar tarde a pintura, a solfeo, a natación, a fútbol,… No soy menos feliz por no haber hecho todas esas cosas. En su lugar jugábamos con los amigos en la calle, íbamos a ver un partido de futbito a una pista que había junto al cuartel,… Como mucho, la catequesis, la biblioteca para hacer un trabajo de grupo,… hacer los deberes con alguna amiga,…

    Si puedo utilizar otra palabra más para resumir aquellos años, sería la FELICIDAD. La felicidad de no tener responsabilidades, de vivir el momento, de no tener que hacer planes, ni organizaciones que estructuran el día a día,… como mucho me preocupaba lo que ocurriría la semana siguiente, no mucho más… Es la suerte de la infancia. 

    Me gusta mi trabajo, disfruto de él, me hace feliz ser maestra,… Supongo que sería igual en cualquier parte, pero hoy por hoy lo es mucho más en este centro donde, como dije al principio, crecieron mis padres, los hicimos mis hermanos y yo y lo harán también mis hijos. 

    ¿Con qué me quedo de mi paso por el colegio? Sin duda alguna, con mis amigos. Me siento muy querida por todos ellos, aunque con algunos haya perdido algo de contacto. Y yo también les quiero profundamente. Pasábamos tanto tiempo juntos que, qué mejor que utilizarlo para crear grandes lazos de amistad. En este sentido, soy muy afortunada. 

     Mi gran agradecimiento a todos mis maestros por llevarme por este camino de la enseñanza con tanto acierto. Mil gracias de todo corazón. 

jueves, 11 de abril de 2013

Posted by Ródenas 50 Aniversario On 11.4.13
D. Ramón Gil Martínez fue alumno de las Escuelas Viejas, y nos ha hecho llegar esta colaboración.


Creciendo en los colegios de Bullas
“Elogio agradecido a mis maestros”



Cuando paseando por las calles de nuestro pueblo me reencuentro con los tres colegios en los que realice mis primeros estudios, Colegio del Amor de Dios, Escuela de los Cuatro Maestros (D. Antonio García) y Escuela del Sr. Blas, soy cada vez más consciente de que aquí los límites de mi vida se ampliaron para siempre.

Mis maestras, las religiosas del Amor de Dios, y mis maestros D. Juan, D. Julio, D. Francisco y D. Blas (el Regino) me dieron mucho, me dieron tanto. En los colegios de Bullas yo sentí, siendo niño, una ayuda tenaz, firme, a veces disimulada, otras veces explícita y clara.
Aquellos maestros de nuestro pueblo me inculcaron la pasión por aprender. Con ellos siempre tendré una deuda de gratitud, pues me enseñaron que el esfuerzo y el trabajo bien hecho siempre dan su fruto. Me pusieron la vida ante mis ojos y me dijeron: “Cógela, manéjala, es tuya, tú puedes, y lo que es más importante, tú debes, debes hacer algo bueno con tu vida. Es tu responsabilidad y nosotros te ayudaremos si nos dejas”.

Permitidme que desde estas páginas me dé el lujo de elogiar a los maestros con los que crecí. Con el paso del tiempo pensar la realidad que me rodea, que me compete y transforma se convirtió en una necesidad básica. Yo recurrí a la filosofía para hacerlo, pero me consta que no pocos de mis compañeros encontraron su camino en otros oficios. Creo que casi todos tenemos en común que crecimos contagiados de la fortaleza, dedicación y compromiso de nuestros maestros. Personas que hacían de su pasión su trabajo, de su trabajo su vida, de sus  alumnos su familia, de su centro su casa. Y eso os lo digo, no porque también me haya dedicado a la enseñanza, sino porque siendo un niño ya lo empezaba a percibir.
Cuando en 1957 Albert Camus recibió el Premio Nóbel de Literatura se lo dedicó a Louis Germain. Poco después le escribiría una carta a su viejo maestro. Una carta breve y sencilla. No era necesario más. Decía así: 

Querido señor Germain:
Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero me ofrece, por lo menos, la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivo en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Lo abrazo con todas mis fuerzas

Este argelino pobre y huérfano de padre, Albert Camus, cuya madre era analfabeta y cuya abuela solo deseaba que saliera de la escuela y se pusiera a trabajar, tuvo la suerte de encontrar un maestro que supo ver su genialidad y se comprometió con él.

Lo que hizo Louis Germain es lo que hace un buen maestro. Comprometerse, no con el genio de sus alumnos, porque evidentemente no todos tenemos la suerte de ser superdotados como Camus, sino comprometerse con la realidad de educarnos. La educación no nos hace premios Nóbel, nos hace, y me repito sin complejos, ¡libres! Y la libertad es lo que nos hace hombres, simplemente humanos.

¿Y qué es lo que más anhela el ser humano? Es obvio, todos, estemos o no familiarizados con los grandes sistemas filosóficos, podemos llegar a concluir que lo que el hombre anhela, a lo que aspira en cada uno de sus pasos, en cada uno de sus actos, es a la felicidad.

Y no me creáis pretencioso si me atrevo a afirmar hoy, en este breve artículo, que los maestros transitan la senda de la felicidad en su labor diaria.

Pienso sinceramente que no es feliz el que satisface sus intereses particulares de manera despiadada y egoísta. A mi juicio la felicidad es un impulso que arranca de la necesidad vital de edificarse en un sentimiento solidario con los otros; en un pacto por los otros para paliar la desdicha, la pobreza, la falta de amor y la ignorancia. ¡Decidme si no es eso lo que hacen muchos maestros y maestras! ¡Decidme maestros y maestras, que leéis estas páginas, si no es eso lo que hacéis cuando, junto con la lección que toca impartir, transmitís un profundo quehacer moral, una educación en valores que desde luego es imposible plasmar totalmente en las programaciones  anuales!

Quiero pues elogiar, con profundo agradecimiento, a mis primeros maestros por su compromiso y entrega con la educación de los niños de Bullas, en aquellos años tan difíciles, años de pobreza económica y cultural en nuestro pueblo. Por enseñarnos que les debíamos guardar respeto, como a nuestros padres. Porque  nos enseñaron a leer con fluidez y en público, a escribir con limpieza, evitando, en lo posible, las faltas de ortografía. Ustedes, queridos maestros,  nos iniciaron en el aprendizaje de las matemáticas y en el manejo de ciertas reglas para resolver correctamente los problemas. Nos enseñaron, además, el conocimiento básico de la gramática y a conjugar admirablemente los verbos en activa, pasiva y perifrástica.

Pero el mayor elogio que quiero hacer de ustedes es por su empeño en hacernos personas decentes, disciplinadas y trabajadoras. Ustedes nos ayudaron a ser conscientes de que hay unos límites, valores y normas de integridad, convivencia y respeto a las personas, que necesitamos tener presentes antes de actuar. Por todo ello brota de mi corazón bullense un manantial de enorme admiración y agradecimiento a mis maestros y maestras.

Me encantaría que en la actualidad, en Bullas, padres y alumnos valoraseis mucho más a vuestros maestros y maestras. Yo quisiera que para vosotros el maestro llegara a ser un referente, un amigo, un cómplice, alguien que despierta el interés por aprender y la alegría del estudio, un orientador que motiva y estimula la responsabilidad y la satisfacción del deber cumplido. Alguien que destruye muros, al que interpelar para salir de la duda, que te clarifica y a la vez te sugiere. Alguien con quien poder dialogar, desde el respeto y consideración. En el diálogo, se aúnan las vidas de maestros y alumnos.

Estoy convencido de que muchos maestros y maestras no solo  entienden  su labor como una profesión, estrictamente, sino como una vocación. Que sólo en escasos momentos se sienten derrotados y perdidos, y que cuando flaquean hastiados por el menosprecio de algunos que les señalan y vapulean injustamente, se recomponen y luchan para ofrecer una educación de calidad acompañados de sus alumnos.

Valoremos más a nuestros maestros, a los maestros y maestras de Bullas, y colaboremos con ellos. No olvidemos jamás que sin los maestros y maestras no hay educación, y que sin educación no tenemos futuro.

Los maestros son agentes primordiales de educación, formación y cultura. Ellos estimulan y promueven, de modo admirable, el interés y el hábito de la lectura. Son pues creadores de cultura. Y esto es de suma importancia para todos, pues sólo a través de la cultura estaremos en condiciones de resolver los inquietantes problemas que acechan a nuestro país, frecuentemente entusiasta y esforzado, pero falto de luz. Sin educación, sin libros, sin preparación y cultura corremos el peligro de convertirnos en esclavos de una terrible organización social. 

El insigne escritor ruso Fedor Dostoievski, prisionero en Siberia, pedía socorro a su familia diciendo: “Enviadme libros, muchos libros, para que mi alma no muera”. Los maestros y maestras de ayer y de hoy nos enseñan, de manera comprometida, que “libros, formación, preparación, educación y cultura” deberían pedir los pueblos como piden pan o anhelan la lluvia para sus sementeras.

Ramón Gil Martínez
Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación 


Anexo: Entrevista a D. Ramón en el periódico Magisterio